jueves, 1 de diciembre de 2016

Fidel y la revolución de las mujeres








Por Lisandra Chaveco Valdés

Fidel no necesita de fechas, es una presencia más allá del 25 de noviembre de 2016 que nos acompañará siempre.

Hoy, a varios días de la triste noticia, su partida física se lamenta en los barrios, las escuelas y en todos los confines de la Isla. Pero su espíritu vive en el pueblo, en cada niña, científica, obrera, ama de casa o profesional cubana, para la que el proceso revolucionario que lideró significó el acceso a derechos y oportunidades históricamente postergados.



Y es que si de avances en materia femenina en Cuba se habla, el nombre de Fidel aparece indisolublemente ligado a cada uno de los momentos y procesos cimeros.

Su mirada visionaria, sensibilidad humana y profunda agudeza política le permitieron identificar tempranamente la doble discriminación de la que eran objeto las cubanas y la necesidad de dotarlas de las herramientas para su emancipación. El único camino posible hacia la sociedad justa y revolucionaria que se aspiraba a construir.

Los primeros pasos

Desde el primer contacto con las masas, el 1ro de enero de 1959 en Santiago de Cuba, el líder histórico cuestionó las ideas que sirven de sustento al patriarcado y colocó a la mujer en el mismo centro de la revuelta:

“…y la mujer es un sector de nuestro país que necesita también ser redimido, porque es víctima de la discriminación en el trabajo y en otros aspectos de la vida.”

La lucha por eliminar arraigados patrones culturales, prejuicios y conceptos, y sobre esa base erigir las nociones de la igualdad social entre mujeres y hombres, fue tarea priorizada por Fidel en la estrategia socialista.

Con su impulso y el de Vilma Espín, el pensamiento y la forma de actuar de las mujeres cubanas experimentaron una transformación subjetiva fundamental. Un cambio en su posición sociocultural, económica y política que convirtió a la masa femenina en la más revolucionaria del proceso socialista en la Isla.

La irrupción en el trabajo, considerada por el líder histórico como el camino esencial para su liberación y desarrollo, junto a la promulgación de leyes que garantizaban el ejercicio de la igualdad y los avances educacionales, potenciaron en las cubanas su identidad como sujetos sociales y ciudadanas plenas.

Pero sin duda, fue la creación de la Federación de Mujeres Cubanas el 23 de agosto de 1960, uno de los momentos más significativos en la lucha por la igualdad de oportunidades y posibilidades entre mujeres y hombres, tantas veces aclamada por el Comandante.

La organización nació marcada por grandes retos: transformar los patrones culturales e ideológicos, los conceptos tradicionales asociados a los roles de mujeres y hombres en espacios públicos y privados; y la formación de seres humanos nuevos, democráticos y solidarios.

Uno de los grandes logros fue la integración de la mujer a la vida social del país desde todas las esferas: económica, científica, de los servicios, técnica, de la cultura y el deporte.

Con las escuelas para campesinas y empleadas domésticas Ana Betancourt, los cursos de corte y costura, la Campaña de Alfabetización y la creación de los Círculos Infantiles, comedores escolares, lavanderías y la promulgación del Código de Familia, la mujer cubana conquistó a pasos acelerados sus derechos como trabajadora, madre, dirigente, esposa; sobre la base de la absoluta igualdad jurídica con el hombre.

Sin embargo, el camino hacia la equidad no estaba exento de obstáculos. En su constante preocupación por la situación de las mujeres, Fidel revelaba otros demonios contra los cuales había que luchar: el sexismo del lenguaje y el acceso a los puestos de dirección.

Durante el discurso de clausura del II Congreso de la FMC, resaltó algunas ideas relacionadas con temas polémicos aún vigentes en los actuales debates de género:

"Y constantemente nos encontramos hasta con formas verbales, lingüísticas, de discriminación de la mujer (...) Hay el hábito lingüístico de colocar al hombre como centro, y eso es desigualdad, o refleja la desigualdad, refleja los hábitos de pensar, aunque lo menos importante en último término sería la lengua, lo menos importante serían las palabras. Hay veces que las palabras recuerdan cualquier cosa del pasado, sin que tengan ya ese sentido. ¡Lo realmente importante son los hechos!"

"Tiene que llegar el día en que tengamos un Partido de hombres y mujeres, y una dirección de hombres y mujeres, y un Estado de hombres y mujeres, y un Gobierno de hombres y mujeres. Y creo que todos los compañeros están conscientes de que esa es una necesidad de la Revolución, de la sociedad y de la historia".

Largo ha sido el camino desandado por las cubanas de la mano de Fidel y la Revolución. El acceso al empleo, a la educación, a la vida pública, los derechos sexuales y reproductivos junto a su aporte en espacios tradicionalmente masculinizados como la agricultura y los puestos de dirección y toma de decisiones, matizan algunas de sus principales conquistas.

Según estadísticas del año 2013, las mujeres representan el 66 por ciento de la fuerza técnica profesional del país, el 78,6 por ciento (%) de los jueces y ocupan 10 escaños de la presidencia del gobierno a nivel de provincia.

La significativa presencia femenina en los órganos del Poder Popular en sus diferentes niveles constituye otro de los indicadores del progreso alcanzado. Actualmente en el Parlamento las mujeres son el 48,86 %, y con ello el país se coloca entre las tres naciones del mundo con más alta presencia de las mujeres en las más altas esferas gubernamentales.

No obstante, la victoria no es absoluta. Aún son muchos los desafíos en el camino hacia la plena igualdad de género para la mujer cubana. En la actualidad urge dinamizar los cambios al interior de la vida doméstica y visibilizar el aporte femenino en espacios productivos tradicionalmente masculinos.

De igual forma, con mucha frecuencia criterios avalados por patrones culturales sexistas median a la hora de proponer mujeres a cargos de dirección o en los propios órganos de poder.

Transformar costumbres y modos de hacer es quizás lo más complejo del asunto. Sin embargo, continuar en la lucha por desaprender actitudes, valores y conductas discriminatorias acerca de lo femenino y lo masculino es la mejor manera de gratificar el ingente esfuerzo de Fidel.

El camino hacia la plena igualdad de oportunidades y posibilidades entre mujeres y hombres aún se construye. Honremos al Comandante con su definitiva conquista. De nosotr@s depende.

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